Post de la serie dedicada a Cómo ganar amigos de D. Carnegie
¡Bienvenid@ de nuevo 😊!
Hoy damos el salto a la cuarta parte del libro de Carnegie, en la que el autor nos habla de liderazgo. Pero no del que se impone en una empresa o a un equipo de trabajo por el artículo 33.
No, nos habla de un liderazgo sorprendentemente moderno, lo cual es curioso teniendo en cuenta que el libro tiene ya muchas décadas. A su estilo, claro.
Nos explica cómo liderar sin despertar resentimientos ni ofender a nadie. Un liderazgo sin sangre, sudor ni lágrimas. Suena bien, ¿no? Veamos (batallita viene 😜)
Llevas años ahorrando y, por fin, ha llegado el momento: toca reformar el piso. Está viejo, obsoleto y la familia ha crecido. Las necesidades son distintas y, por fin, puedes hacer algo al respecto.
Así que planificas todo con la máxima ilusión. Pides presupuestos, negocias con unos y con otros, eliges materiales y, cuando todo está listo, empieza la reforma.
Tabique va, tabique viene. Son tiempos de cierta tensión. Diría que, por momentos, incluso difíciles (problemas del primer mundo, sí, pero problemas al fin y al cabo).
Y entonces llega un momento sensible: los acabados. Hablas con el albañil sobre cómo colocar los azulejos de la cocina. Que si junta corrida horizontal, que si vertical, que si matajuntas, que si su puñetera madre…
Tras una tesis doctoral sobre las más inverosímiles formas de colocar un azulejo, tomáis una decisión. La que a ti te parece más estética.
Te vas confiad@. Y cuando vuelves… sorpresa: te encuentras otra cosa completamente diferente a lo que habías acordado. Puede ser un malentendido, puede ser un exceso de iniciativa por su parte… El caso es que no es lo que querías.
Cuando te ve la cara, el albañil se adelanta a justificar su obra maestra:
—Es que de la otra manera no quedaba bien… La junta se iba a ver fatal… Perdía armonía con el alicatado… - y tal y tal y tal.
Pero tú lo tienes claro: hay que levantarlo y volverlo a hacer. Es un coñazo, un retraso que prolongará la incomodidad de la obra, pero lo has decidido y no hay otra.
Tienes dos opciones:
1️⃣ Dar rienda suelta a tu cabreo, cagarte en todo lo extinguido, lo existente y lo por existir y, obvio, descargarlo en el albañil. Sí, lo entenderá y, a mala gana, desmontará lo hecho para volver a hacerlo.
2️⃣ O… puedes seguir el consejo que propone Carnegie.
La lección de Carnegie: ser un líder sin ser un capullo
Y esa opción 2 es la primera regla de Dale Carnegie para liderar a los demás sin que te odien:
🛑 Regla 1: Empiece con elogio y aprecio sincero.
El principio que aplica Carnegie es muy básico: si vas a operar, pon primero anestesia. La cicatriz va a quedar igual, pero harás el proceso menos doloroso.
Como él mismo dice:
“Siempre es más fácil escuchar cosas desagradables después de haber oído algún elogio.”
Así que, en lugar de soltarle al albañil que es un manazas, podrías probar con algo así:
💬 "Oye, la verdad es que es admirable cómo te ha quedado. Es indudable que eres muy bueno en tu trabajo."
(Su ego crece, se siente validado).
💬 "Y la verdad es que la elección que has hecho está genial. Le da un toque muy moderno a la casa."
(Ahora está cómodo, receptivo).
💬 "¿Sabes qué? Valoro tu esfuerzo, el trabajo bien realizado y tu creatividad. Pero sigo prefiriendo volver al plan original, que en el fondo era lo que habíamos acordado antes. No es que lo tuyo esté mal, es cuestión de gustos. Siento el doble esfuerzo, pero seguro que el resultado final será igualmente increíble."
💥 ¡Boom! Ahí está el cambio. No le has dicho que es un desastre, pero le has guiado hacia la mejora sin que se ofenda (demasiado) ni se cierre en banda..
¿Por qué funciona esta técnica?
Ya lo hemos hablado en otras ocasiones. Porque a nadie le gusta que le digan que está equivocado. En cuanto sienten que los atacas, la otra parte se pone a la defensiva.
Si, en cambio, comienzas con un elogio, la persona baja la guardia y está más dispuesta a escuchar.
Este "truco" no solo sirve para reformas chapuceras. Puedes usarlo en cualquier situación donde quieras corregir a alguien sin que se lo tome a mal:
✔️ En el trabajo, cuando un compañero ha hecho algo mal.
✔️ Con tu pareja, cuando deja los platos sucios en el fregadero (otra vez).
✔️ Con tus hijos, cuando crees que deberían esforzarse más en algo.
La clave es encontrar algo realmente positivo que puedas destacar antes de hacer la crítica. No es manipulación, es inteligencia emocional.
Al final, la diferencia entre un líder y un jefe tirano está en la forma de tratar a los demás y en cómo dar feedback.
Puedes ser de los que van con el mazo dando golpes o de los que saben suavizar la situación para obtener mejores resultados.
Y créeme, cuando se trata de reformas caseras, es mejor tener a la gente de tu lado que en tu contra. Porque al final, si no tienes cuidado, puedes acabar con una casa peor de lo que estaba... y con toda la familia hablando pestes de ti, incluidos tus cuñados (aunque quizás eso no sea tan malo).
Así que ya sabes: elógialo antes de darle el hachazo. En reformas, en la oficina o con tu suegra (sobre todo con ella 🤣). Funciona. Siempre.
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