Para calentar el ambiente, pongámonos navideños (licencia que otorgan en octubre las grandes superficies 😆). Porque a estas alturas, seamos sinceros, todos tenemos un “cuñao” en el círculo. O algún amigo “sabelotodo” que hace las veces. Incluso – si no lo encontramos – quizás es porque, ¿lo somos nosotros mismos? Sin acritud…
¡Hola y bienvenido una vez más! 😊
Hoy abrimos la tercera parte de “Cómo ganar amigos”, dedicada a algo que a veces parece misión imposible: Lograr que los demás piensen como tú.
Y para empezar, una primera regla que, en el mundo actual de cuñadismo, puede parecer hasta revolucionaria:
Regla No. 1: La única forma de salir ganando en una discusión es evitándola.
Porque, como dice Carnegie, es mejor ceder el paso a un perro que ser mordido por él al disputarle ese derecho. Ni aún “matando” al perro se curaría la mordedura.
Pero antes de entrar en detalles, déjame contarte una historia personal. Hace unos años, estaba con dos amigos que no se conocían entre sí hasta entonces.
Uno de ellos, Miguel, es un ingeniero brillante que domina las matemáticas y estadística como pocos.
El otro, Juan, es un gran tipo y con quien siempre se pasa un buen rato, pero cumple a la perfección el rol del cuñao. Opinador de todo, conocedor de nada. Vamos, el típico “amigo sabelotodo”. Nadie es perfecto, ya sabes…
Entre arreglar el mundo y otras charlas más banales, Juan nos contó lo sorprendidísimo que estaba de que, en un Madrid-Barça de aquel año, Bale y Busquets hubieran nacido el mismo día. “¡Vaya coincidencia, macho! 23 personas en el campo, y que justo esos dos hayan nacido el mismo día, ¿no os parece increíble?”
Miguel, siempre diplomático, le dejó caer de forma sutil que quizá la coincidencia no era tan increíble como sonaba. Pero Juan, desconocedor del “pequeño” detalle de la experiencia de Miguel, saltó rápido:
-Por lo que recuerdo de cuando estudiaba, es casi imposible algo así. Me jugaría lo que fuera a que no se repite en ningún otro partido de la próxima jornada. ¡23 tipos para 365 días y esa coincidencia! – se reafirmaba en ese tono chulesco del que se sabe “poseedor de la verdad”.
Ya sabes, el efecto Dunning-Krugger haciendo diabluras. Y sobre eso de interrumpir al otro… ya lo hablamos aquí.
Total, Miguel sabía que Juan estaba completamente equivocado. Y podría haberle retado, apostado (con las probabilidades a su favor), e incluso humillado públicamente con una rápida lección de estadística.
Pero, ¿qué hizo Miguel? No le hubiese costado mucho corregirle y explicarle que esto pasa en más de la mitad de los partidos (venga, va, en los bonus track del final te dejo un excelente video explicativo 😜) y “tirarle” por los suelos. Pero hizo algo mucho más inteligente.
Sin darle importancia, simplemente reconoció: “Sí, de cuando en cuando pasa”, sin entrar en cuán frecuente es “de cuando en cuando”. Porque ni necesitaba ni le interesaba demostrar que tenía razón. Sabía que hacerlo solo habría generado mal rollo con una persona a la que acababa de conocer. No, no se trataba de ganar un concurso de “listos”.
Y de ganarlo, su trofeo habría sido dejar a Juan con una lección amarga, que igual no hubiese comprendido y que posiblemente solo habría conseguido reforzar sus creencias equivocadas (claro, “es que un 50% es algo remoto”, se habría dicho Juan para reafirmarse).
Y esta es una de las lecciones de Carnegie, que Miguel aplicó a la perfección: no se puede ganar una discusión, porque, incluso si se gana, al final se pierde. Porque incluso cuando la verdad está de tu lado, si el otro sale herido en su orgullo, ¿crees que te compensa? Piénsalo.
Hay que entender dos cosas sobre las discusiones. Una, que la mayoría de las veces cada una de las partes sale más convencida de su posición inicial. Y dos, que como bien decía Benjamin Franklin, “un hombre convencido contra su voluntad sigue teniendo la misma opinión”.
Y mira, Miguel y Juan se cayeron bien aquel día, volvieron a quedar y hoy son grandes amigos, hecho del que me alegro profundamente. Algo que, seguramente, nunca habría sucedido si Miguel se hubiera lanzado a “ganar la batalla”.
Dicho de otra manera: en esta vida, más vale ser feliz que tener razón. Palabra de cuñado 😉
Buen fin de semana, nos vemos.
PD1: Por si no lo sabías, mi amigo Luis Álvarez de Cazadividendos publica desde esta semana su imprescindible newsletter también por aquí, en Substack.
Es una de las personas más sensatas y con la cabeza mejor amueblada que conozco. Y además, o quizás por eso, es I.F, así que predica con el ejemplo. Lástima que ya esté casado 🤣.
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PD2: no seas como Juan 👇🏻👇🏻