¡Bienvenido de nuevo! 😊
Después de haber repasado a fondo las dos primeras partes del libro ”Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” de Dale Carnegie, quiero hacer una pequeña pausa para recapitular.
Así que hoy no te traigo otra anécdota ni una nueva regla, sino una reflexión personal y una recapitulación. Tranquilo, va a ser “ligera”.
¿Alguna vez te has encontrado pensando que para cambiar tu vida necesitas prender fuego a lo anterior? Como si la única manera de mejorar fuera hacer borrón y cuenta nueva. Buscando un golpe de efecto, con la esperanza de que el éxito llegue de una.
Yo solía ser de esos. Quizás porque de niño, veía el mundo como algo estático, como si alcanzar algo fuera el destino final. Pensaba que uno llegaba a la cima y ahí se quedaba, para siempre. Rarezas de uno…
O quizás porque en mi juventud todo era blanco o negro. Si quería cambiar algo, tenía que ser radical: o cortaba por lo sano, o seguía todo igual. Y en esto, no creo ser tan rarito.
Seguro que has hecho promesas de cambios radicales también, ¿verdad? Como cambiar de trabajo o huir de tu entorno. O todavía más profundos, como ir al gimnasio en septiembre o las dietas en enero 😂.
Claro que mi gran ¡ploff! en la vida adulta fue descubrir lo contrario: que nada es para siempre. Que todo cambia. A veces lento, a veces de golpe.
Pero como dice la última canción de Arde Bogotá, “🎶 si la felicidad se escapa, bailaré con el dolor 🎶”. Así que uno asume el nada es para siempre, y empieza a considerarlo como el elemento que hace el juego de la vida tan atractivo. Y a disfrutar del proceso.
Así que con los años y algunas buenas lecturas, he aprendido a valorar los "grises". A ver la importancia de esos pequeños matices que hacen que el cambio no sea tan brusco. Pero sí más efectivo, más sostenible. Y a sentir interés por los procesos de cambio. De hecho, el cambio y la mejora personal es algo que me fascina.
Uno de esos momentos de epifanía fue cuando leí Hábitos Atómicos (otro librazo que puedes obtener aquí). Y no, no por los truquitos para mejorar rutinas, sino por entender que para obtener progreso real no es necesario arrasar con todo, sino “sólo” hacer pequeñas mejoras continuas.
Piénsalo: si cada día mejoras un insignificante 0,5% en alguna faceta, al cabo de un año… ¡serías seis veces mejor que antes! Sí, has leído bien: multiplicado por seis.
El interés compuesto, el crecimiento exponencial no es solo para los números o las finanzas. También aplica al desarrollo personal. Ese libro y esa idea me hicieron reflexionar sobre el poder de mejorar en detalles y ser constante, en lugar de intentar poner tu vida patas arriba.
La clave está en la persistencia y en la repetición de pequeñas mejoras. No en los cambios drásticos. Porque sí, al principio el progreso es invisible, casi frustrante… hasta que el crecimiento exponencial se vuelve imparable.
Por otro lado la dificultad está ahí: es un proceso lento y muchas veces imperceptible, y la gente tiende a rendirse antes de tiempo. Pero si lo consigues, el avance será duradero. No te engañes, el cambio radical puede ser muy llamativo al principio, pero es como un fuego artificial: después del destello se apaga y solo queda, de nuevo, la oscuridad.
De ahí la importancia de aplicar poco a poco las enseñanzas de Carnegie. No, no necesitas cambiar radicalmente quién eres para mejorar tus relaciones o tu influencia en los demás.
Lo que necesitas son esos pequeños, pero poderosos ajustes que Carnegie propone. Así que, después de haber repasado las dos primeras partes del libro, te pregunto: ¿Estás realmente aplicando estas reglas, o sigues pensando que son pequeños detalles que no importan?
Llegados a este punto, vamos a recapitular lo que hemos aprendido hasta ahora:
Primera parte: Técnicas fundamentales para tratar a los demás
Carnegie empieza por lo básico, pero no por eso menos poderoso.
Regla 1: No critiques, no condenes y no te quejes.
Reduce la crítica a los demás y verás el cambio. Ojo, y hablo de criticar a la cara, para todo lo demás tienes telecirco…
Regla 2: Demuestra aprecio sincero.
No te lo guardes para ti, que los demás sepan que les valoras. Mejorarán y te harán mejor.
Regla 3: Despierta un deseo vehemente en los demás.
Sé de los que suman. Comprende qué necesita la otra persona y pon de tu parte.
Segunda parte: Seis maneras de agradar a los demás
Aquí es donde las cosas se vuelven más específicas, pero igual de sencillas.
Regla 1: Interésate sinceramente por los demás.
No subestimes lo que puede lograr un simple "¿cómo estás?"
Regla 2: Sonríe.
Sonreír es un super poder que facilita todo. Y está siempre en tus manos. O mejor dicho, en tu cara.
Regla 3: Recuerda los nombres de las personas.
El sonido más dulce para cualquiera es su propio nombre. Recuérdalo y úsalo.
Regla 4: Escucha más de lo que hablas.
Deja hablar a los demás. Habla poco pero habla bien. Más vale calidad que cantidad.
Regla 5: Habla sobre lo que interesa a los demás.
Habla de lo que realmente interesa a la otra persona.
Regla 6: Haz que los demás se sientan importantes, pero hazlo con sinceridad.
Haz que el otro se sienta importante, siempre desde el aprecio sincero.
En conclusión, no necesitas grandes revoluciones, solo pequeños pasos diarios. Así que, si aún no has comenzado a aplicar estas enseñanzas, ¿a qué esperas? Seguro que no cambias tu vida de la noche a la mañana pero a largo plazo, bendito san largo plazo, las mejoras te sorprenderán.
Seguimos pronto con la tercera parte del libro.
PD1: Hablando de mejora contínua y crecimiento exponencial. Hay otra faceta que me apasiona, la de las finanzas personales.
Por eso hoy te traigo como recomendación la newsletter Vivirtiendo, escrita por Salvador Aparicio, un chaval de 45 años, con varias empresas fundadas y confundadas; una vendida, tres cerradas y una de la que se ha salido en 2024 para dedicarse por completo a sus inversiones y sobre todo a sus hijos.
A través de sus textos quiere ayudarte a entender un poco más el mundo financiero, la economía, los impuestos y que comprendas que no puedes tener el dinero parado y, por supuesto, que no puedes confiar en el Estado para el día que te jubiles.
PD2: La Torre Picasso, el temazo de Arde Bogotá que menciono arriba, para que no te lo pierdas 😉
PD3: Y si te está gustando el libro, puedes comprarlo aquí:
Gracias de corazón, por todo lo que me aportas y tu trabajo.
Ssludos.