Olvidar un nombre es humano, pero recordarlo te convierte en leyenda...
¡Bienvenido de nuevo! 😊
Seguimos con las seis maneras de agradar a los demás que nos cuenta D. Carnegie en su libro “Cómo ganar amigos”.
Hoy te toca una lección clave, una de esas cositas que parecen tontas, pero que en la vida real marca la diferencia (más de lo que crees):
Regla No. 3: Recuerda el nombre de las personas.
Así de sencillo. No, no es magia. Es solamente una simple técnica, para todos los públicos y audiencias, a la que la mayoría de la gente no presta atención.
Si te decides a aplicarla, el mundo empezará a girar un poquito más a tu favor.
Déjame que empiece contándote una anécdota del año pasado. El caso es que tuvimos un viaje profesional para una de esas reuniones corporativas en las que pasas varios días con compañeros de otros países. Ya sabes, presentaciones, team building, mucha charla formal... y algo de ocio informal (para descontracturar 🍺😜).
Este evento en concreto fue en la zona norte de Finlandia. Al norte del norte, más allá de ca’ Santa Claus. Paraje espectacular y unas actividades de película.
Y con todo, actividades y buen rollito, hubo otra cosa que me dejó un grato recuerdo. Y no fue aparecer en un claro del bosque rodeados de cientos de renos, ni el paseo en trineo tirado por huskies siberianos. Ni siquiera la aurora boreal. Que también, imborrable recuerdo. Fue nuestra guía. O más bien su actitud y aptitudes.
Ponte en situación e imagina. Representantes de varios países europeos de una multinacional. Unas 15 personas de distintos países. Son las 5 de la tarde, eres la guía y vas a su encuentro en el bar del hotel. A conocer a los artistas invitados, a presentarte y a explicarles el programa.
Reunidos todos ellos, tomando algo tras sus viajes más o menos largos, das el recibimiento protocolario (con la sonrisa puesta, esto ya lo hemos hablado aquí y aquí). Preguntas el nombre y apellido de todos los asistentes. Charlas con uno y con otro. Y vuelves a preguntarles, les pides que te recuerden su nombre y te interesas por sus viajes y sus vidas.
Pasados unos minutos, mandas a todos a la habitación a descansar y a hacer “sus cosas” y los convocas a todos a cenar un par de horas más tarde.
Y cuando llegan a cenar… ¡Tachaaaán, sorpresa! Recibes a todos y cada uno por su nombre y apellido. Y charlas y bromeas con ellos haciendo notar que te lo sabes. Minipunto para ti.
Les vacilas un poco y juegas con ellos, hasta el punto que el inicio de la cena se acaba convirtiendo en un divertido “quiz test” sobre los 15 extraños nombres y apellidos de personas de distintas nacionalidades.
Momento no exento de tensión, ¡ojo! Aquí olvidarse de o equivocarse en el nombre de alguno, te puede hacer pasarlo mal. Y como sea el del jefe supremo, la cagada puede ser monumental. Pero dominas la situación. Y lo pasas con un 100% de efectividad.
Juego simplón pero de efecto brutal. Desde ese momento, todos hablando de ella, todos a sus pies.
Como resultado, a todos nos pareció una súper profesional. Una excelente forma de hacer bien su trabajo. Y fíjate si lo hizo bien que, te puedo asegurar, recibió casi tantas ofertas de trabajo como sucursales estaban representadas en aquella reunión.
Y no, no exagero. Es una historia real.
¿Cómo?¿Por qué? Simplemente nos hizo sentir importantes, que es justo lo que Carnegie nos enseña: el nombre de una persona es su identidad, su historia. Usarlo es la manera más sencilla de decirle a alguien: "te valoro".
Ahora, comparemos el caso contrario. Tengo una amiga que nunca se aprende el nombre de nadie. Pero, según lo que le inspira la cara de la persona, suelta el primer nombre que asocia a su rostro. Seguro que conoces alguien que también lo hace. A una conocida, Pilar, lleva años llamándola Cristina. Puedes imaginar cómo se llevan…
Volviendo al libro, esto refleja la magia que hay en el nombre de las personas (y lo mal que se puede pasar si no lo aprende o se equivoca). Porque recordar y utilizar el nombre de una persona genera un impacto positivo que dura.
Lo que quiero decirte es que recordar el nombre de alguien no es opcional. Es fundamental. Cuando alguien te llama por tu nombre, especialmente cuando no lo esperas, te hace sentir único, como si por un momento fueras la única persona en la sala.
Así que, la próxima vez que conozcas a alguien, haz el esfuerzo. No es magia, es interés. Aprende su nombre y úsalo, con moderación. Tiene su técnica, practícalo.
RECUERDA:
“El nombre obrará milagros cuando tratamos con la gente.”
PD1: En esta serie estamos repasando estamos repasando el libro “Cómo ganar amigos”. Si llegas ahora y quieres seguir el hilo desde el principio, puedes empezar a leerme aquí 👇👇
PD2: Si te está gustando el libro, puedes comprarlo aquí: