Un, dos, tres !sonríe!. Ale, ya puedes parar. O no, disfruta de algo único. Tu sonrisa.
¡Bienvenido de nuevo! 😊
Seguimos con las seis maneras de agradar a los demás que os que nos cuenta D. Carnegie en su libro “Cómo ganar amigos”.
Hoy te toca reflexionar sobre la Regla No. 2 de esta segunda parte:
Regla No. 2: Sonría.
Venga va, que esta regla es facilona y no tiene truco. Pero antes de entrar en materia, y como no podía ser de otra manera, tengo una historia que contarte.
Ponte en contexto. Verano, chiringuito a pie de playa. Sí, de esos que parecen más bien un festival de caos. Situación típica en hora punta: sitio hasta los topes aderezado con niños usando las mesas por trincheras.
Y claro el pobre camarero parecía estar al borde del colapso. Entre prisas, platos volando y gente quejándose. Creo que ya te imaginas la escena.
Yo en mi mesa. Previa reserva una semana antes. A ver quién se sienta si no. Pero eso no te salva de la espera, no te atiende ni Dios. Seguramente hay demasiada gente rezando a la vez.
Y además los tuyos, fuego “amigo”. Uno con un hambre desmedida, como si lo tuvieses en la indigencia a pesar de haberse zampado una bolsa de patatas media hora antes en la playa. Otro con una sed que parezca venir de una travesía en el desierto.
Y claro, te pones nervioso. Lo fácil, quejarme, como todo el mundo. Pero, en lugar de eso, cuando por fin llegó mi turno, un flash de recuerdo de este libro… y una sonrisa. No una sonrisa forzada, sino una de esas que dicen: "Tranquilo, sé que lo estás dando todo, aquí un aliado".
Y le solté algo como: "Vaya día llevas, ¿eh? No sé cómo aguantas con tanto lío." En ese momento, su cara cambió completamente. Durante un segundo, se relajó y me devolvió la sonrisa. Ese pequeño gesto hizo toda la diferencia.
No me faltó de nada. No volví a esperar más de lo necesario, siempre pendiente de mi. Me atendió con más ganas y, sorpresa, hasta me trajo un par de cosas "de la casa". No es que solucionara el caos del chiringuito, pero la experiencia mejoró muchísimo, tanto para él como para mí.
Y ahí es cuando me di cuenta de lo que nos decía Carnegie: la expresión de un rostro es más importante que la ropa que llevamos. No se trata de lo que dices, sino de lo que transmites. Y pocas cosas trasnmiten lo que una sonrisa.
Como nos explica en el libro, cuando sonríes le estás diciendo a la otra persona, sin pronunciar una sola palabra: "Me alegro de verte. Me haces sentir bien."
James V. McConnell lo expresó muy bien también: "La gente que sonríe tiende a trabajar, enseñar y vender con más eficacia, y a criar hijos más felices." Y visto el ejemplo de hoy, no podría estar más de acuerdo.
Y si en algún momento no te salen las ganas de sonreír, Carnegie lo deja claro: obligarse a sonreír es un buen comienzo. ¿No tienes ganas de sonreír? Fuerza una sonrisa, tararea, canta, lo que sea.
Porque mira, sonreír es un super poder. Y el más accesible de todos, porque depende solamente de ti.
Al final, actuar como si fueras feliz te acerca a serlo. Porque no es lo que te pasa lo que te hace feliz, es lo que piensas sobre ello. Lo dijo Shakespeare, y no seré yo quien lo contradiga: "Nada es bueno o malo, solo nuestros pensamientos hacen que lo sea."
Y claro, si no te convence lo que te digo, si no te convencen Carnegie ni Shakespeare, también tenemos probervio chino: "El hombre cuya cara no sonríe, no debe abrir una tienda." Así de simple. Si no puedes sonreír, mejor dedícate a otra cosa, porque es más difícil hacer negocios con alguien que tiene cara de pocos amigos.
Así que la próxima vez que te encuentres en una situación jodida, recuerda que tienes un super poder en la manga.
Nos vemos en el siguiente post...
PD1: En esta serie estamos repasando estamos repasando el libro “Cómo ganar amigos”. Si llegas ahora y quieres seguir el hilo desde el principio, puedes empezar a leerme aquí 👇👇
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