¡Hola 😊! Bienvenido de nuevo a este rincón donde la sabiduría de la antigua Babilonia encuentra su hueco en tu vida moderna.
En posts anteriores, os hablaba de las tres claves que Arkad, el hombre más rico de Babilonia, compartió con sus amigos cuando estos acudieron a preguntarle cómo había pasado de la carrera de la rata de un ciudadano cualquiera, como tú, como yo, a convertirse en un ricachón.
Y no, no era física cuántica. No eran otras que el ahorro “durum”, poner ese dinero ahorrado a trabajar por ti invirtiendo con cabeza y dejar que el interés compuesto -”la octava maravilla del mundo”- haga su magia.
Bueno, también les habló de la importancia de disfrutar la vida, pero supongo que a eso tampoco hace falta empujarte mucho, ¿no? O al menos, no debería. Equilibrio, por favor. Primero pagarte a ti mismo, primero ahorrar, sí. Pero tampoco es cuestión de llegar a hacerte íntimo de la del puño cerrado.
Volviendo a las tres claves principales, te puedes imaginar que entre los amigos, disparidad de opiniones. Unos pocos, agradecidos, vieron la luz. Otros entraron en modo cabeza a punto de explotar (ya sabes, no está hecha la miel para la boca del asno). Espero que no sea tu caso, pero si lo es, dale una vuelta. Sin acritud.
También hubo un tercer grupo que no suele faltar. Los que están más preocupados en poner pegas al éxito de los demás que remedio a las miserias propias. Aquellos que no buscan soluciones sino excusas para no cambiar nada. Los envidiosetes de turno.
A estos últimos, les faltó tiempo para dar con el “quid de la cuestión”. Arkad había tenido suerte porque su mentor, Algamish, le dejó en herencia parte de sus propiedades. Vaya casualidad.
Pero igual la casualidad no fue tal por sí sola. Igual fue el resultado de la preparación, de la determinación y de una buena dosis de perseverancia. En definitiva y como Arkad les dijo, de estar listo para aprovechar la oportunidad, esa “diosa arrogante que no pierde el tiempo con los que no están preparados”.
Y ahí es donde quería llegar. La vida está llena de oportunidades. El problema no es que no estén ahí. Es que, muchas veces, no las vemos porque ni siquiera las estamos buscando.
Seguro que has oído hablar de los famosos cisnes negros de Nassim Taleb. Esos eventos raros, inesperados, que sacuden todo a su paso. Pero Taleb también nos dice que hay cisnes negros positivos. Y para tener éxito, hay que estar cerca cuando sucedan dichos eventos, hay que exponerse a ellos.
¿Cómo lo haces? Muy sencillo: sal de tu zona de confort. Ponte en situaciones en las que es más fácil que esas cosas pasen. Te pongo un ejemplo fácil que seguro entenderás. Si buscas pareja, tendrás más opciones yendo a eventos sociales que acurrucado en el sofá viendo Netflix. ¿No te parece lógico?
Vamos que si quieres hacer negocios, te relaciones, por ejemplo, con emprendedores. Si quieres aprender a pescar, con pescadores o si quieres aprender a invertir,con gente que tenga pasión por las inversiones. Por poner ejemplos sencillos.
Vamos, que las oportunidades pasan. Como las olas. Pero necesitas dos cosas:
1. Salir a buscarlas.
2. Estar listo para agarrarlas cuando aparezcan las buenas.
Y aquí es donde entra esa palabra que tanto gusta usar al envidioso: suerte. Pero… ¿qué es la suerte realmente? Te lo voy a dejar claro: la suerte no es más que la preparación encontrándose con la oportunidad.
La Buena Suerte, con mayúsculas, es la que tú te trabajas. La que nace de tu esfuerzo y tu constancia, como explican Rovira y Trías de Bes en su clásico “La Buena Suerte”.
¿Arkad tuvo suerte? Por supuesto. Pero no fue una suerte tonta. Fue buscada. Fue la “suerte” de moverse en el ambiente adecuado y de estar listo cuando Algamish le ofreció esa oportunidad.
¿Munger tuvo suerte de asociarse con Buffett? Claro. Pero no llegó ahí por azar. Llegó porque estaba preparado. Y ambos transformaron Berkshire Hathaway en un gigante financiero gracias a la misma receta que siguió Arkad: perseverancia, preparación y, sobre todo, estar listo para el momento adecuado.
Y ahora viene la pregunta incómoda. Esa que siempre duele un poco: ¿estás tú listo para tu oportunidad?
Porque recuerda: la persistencia abre puertas, pero es tu preparación la que te hace cruzarlas.
Nos leemos en el próximo post. Hasta entonces, a trabajar. Y deja las excusas para otro día.
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