Post de la serie dedicada a Cómo ganar amigos de D. Carnegie
¡Hola, hola 😊!¡Bienvenid@ de nuevo !
¡Hey, tú! Sí, tú, el que va como un toro bravo hacia esa conversación tan importante, en la que vas a cantarle las cuarenta. Y a ver si adivino… además esperas que te escuche, admita que tienes toda la razón y cambie su comportamiento, ¿verdad?
Ja. Buena suerte con eso.
Si hay algo que Dale Carnegie dejó claro en Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, es que nadie quiere ser corregido, y menos aún por alguien que parece estar en un pedestal.
Venga va, batallita viene.
Imagínate esta escena: estás en una reunión, todo el mundo se queja de ese compañero insoportable que parece creer que la oficina gira en torno a él. Tiene talento, sí, pero también un ego del tamaño de un portaaviones. Y ahí estás tú, preguntándote si explotas y le cantas las cuarenta… o si hay una manera más inteligente de manejar la situación.
Pues bien, Winston Churchill tuvo su propia versión de este problema con Charles de Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial.
El líder francés era bien conocido por ejercer su poder a base de intransigencia, hasta el punto que su biógrafo David Schoenbrun escribió:
“En las relaciones humanas, quien no ama raramente es amado: quien no quiere ser amigo termina por no tener ninguno. Así, el rechazo de la amistad por parte de De Gaule, dañó a Francia.”
No solo era testarudo, sino que actuaba como si la Francia libre fuera el centro del universo. Sus aliados británicos estaban hartos. Querían deshacerse de él, pero Churchill, en lugar de ir al enfrentamiento, jugó otra carta: la humildad estratégica.
Cuando los suyos le sugirieron apartar a De Gaulle, Churchill no se dejó llevar por la pasión y actuó de forma analítica. En consecuencia, soltó una de sus frases maestras:
"Si yo tuviera que elegir entre Francia y De Gaulle, elegiría Francia… pero afortunadamente, los dos vienen en el mismo paquete."
Con esta simple frase, Churchill hizo tres cosas:
✅ Reconoció el valor de De Gaulle sin inflar su ego.
✅ Fue a lo práctico: lo importante no era el orgullo personal, sino ganar la guerra.
✅ Y lo más importante… evitó un conflicto innecesario que podría haber debilitado la resistencia francesa.
Así es como se lidera con inteligencia. Y se puede aplicar a tu vida real.
Piensa en esa persona que te saca de quicio porque no acepta críticas. Esa que, cuando intentas hacerle ver algo, se pone a la defensiva, se cierra y encima te toma manía.
Pues la primera en la frente. Lee: eso no es culpa suya, es culpa tuya (tranquilo, sigue leyendo antes de enfadarte. Y vuelve a leer).
Si tu forma de abordar una conversación pone al otro en modo guerra, ¿qué esperas que haga? Decirte: "¡Vaya, gracias por señalar todos mis defectos! No sé qué haría sin ti.". Pues no, es más probable que ande pensando aquello de “que hijo de … tan simpático”.
Si quieres que alguien te escuche, empieza por desarmarlo. ¿Cómo? Mostrando primero tu propia vulnerabilidad.
💡 En vez de decir:
❌ "Eres un desastre, tu equipo no funciona y la organización es un desastre. Vas a lo tuyo, no escuchas a nadie y todo el mundo está hasta las mismísimas…"
Prueba con esto:
✅ "Mira, sé que sto no es fácil. Yo soy el primero que he cometido y cometeré errores organizando equipos. A veces me cuesta delegar, y eso ha generado problemas. Sin embargo me he dado cuenta de que cuando escucho más a los demás, las cosas salen mejor. Dale una vuelta y quizás podríamos probarlo juntos."
El resultado es mágico: en lugar de atacar, invitas a la reflexión. En lugar de generar resistencia, te pones en su mismo barco y creas conexión.
La lección de Carnegie: clave del liderazgo está en la humildad estratégica
Y aquí es donde entra en juego la regla de oro para ser un líder del capítulo de hoy:
🛑 Regla 3: Habla primero de tus propios errores antes de criticar los de los demás
🔹 Si quieres influir en los demás, deja de querer tener razón todo el tiempo.
🔹 Cuando critiques, hazlo con humildad y empatía.
🔹 La gente no cambia cuando se siente atacada, sino cuando siente que tiene una opción mejor.
Churchill lo entendió. Carnegie lo explicó. Ahora te toca a ti aplicarlo.
Así que dime, ¿qué vas a hacer la próxima vez que necesites corregir a alguien? ¿Soltarle una lista de defectos en la cara o jugar la carta de la humildad estratégica?
Decidas lo que decidas, recuerda esto: si quieres que te escuchen, empieza por admitir tus propios errores.
“El arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”
Sun Tzu
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