Ya estamos a vueltas con el carbón del jefe. Perdón, quería decir cabrón del jefe. Que debe tener poco de minero. 🤣 Sin acritud, que todos somos jefes de alguien. O lo intentamos.
¡Hola y bienvenido una vez más! 😊
Seguimos en la tercera parte de “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, en la sección titulada Logre que los demás piensen como usted. Hoy os traigo una de listos para poder obtener cooperación:
Regla 7: Permita que la otra persona sienta que la idea es de ella.
Seguro que alguna vez te ha pasado: das con una buena idea que resuelve un problema en el trabajo (o donde sea, pero hoy nos centramos en lo laboral), y cuando se la planteas a tu jefe… la ignora olímpicamente.
Y, unos días después, llega el del carbón (sí, tu jefe) y la presenta con éxito como suya en una reunión. ¿Y lo peor? Todos le aplauden y tú te quedas con cara de tonto.
Pues, amigo mío, traigo buenas noticias: esa situación no es tan desastrosa como parece. Tampoco es que el mío sea un caso de súper éxito, pero igual te ayuda. Y con eso me vale. Te cuento.
A mí, personalmente, eso me pasa con cierta frecuencia. Y puedo asegurarte que no me molesta ni lo más mínimo (no siempre fue así, pero uno va aprendiendo – creo 😅). Primero, porque al final los objetivos son comunes. Si a él le va bien, asumo que a mí también me irá bien.
Ojo, jefazos: al revés funciona todavía mejor. No hay nada más triste que un jefe cruzando el coche de lado a lado para que no le adelanten sus subordinados 😉. Y no hay jefatura más digna que la que entiende que su éxito depende del crecimiento de los suyos.
Y segundo, porque tengo la suerte de que el mío es de los que te cuida en muchos aspectos. Mira que hasta a veces pienso si no serán técnicas avanzadas de “jefismo” y solo lo hace para protegerme por si sale mal la jugada 🤣.
Claro, soy consciente de que esto no siempre pasa y de que puede no ser tu caso. De hecho, creo que la tendencia es a lo contrario. Por eso, aquí estamos para contarte cómo lo ve Dale Carnegie, desde la ciencia del ego, para darle la vuelta a la situación y usarla a tu favor.
Pongamos como principio básico, que no universal, que la mayoría de nosotros tendemos a confiar más en las ideas que descubrimos por nosotros mismos que en las que otros nos imponen. Vamos, que a todos nos gusta sentirnos los dueños de nuestras decisiones.
Pero entendamos que, más allá del cortoplacismo de una decisión puntual, es bueno pensar a medio y largo plazo. Me explico: si sabes que eso pasa, que el ladrón de ideas está al acecho, quizás sea buena idea dejar caer tus propuestas (aunque parezca que no las escucha – guiño, guiño –) y permitir que crea que son suyas.
Así, podrías llevarle por el camino que quieres y obtener los resultados que tú esperas.
Otra opción, más sofisticada y que nos cuenta Carnegie, es esta: en lugar de soltar tu idea directamente, haz preguntas estratégicas que le lleven a descubrir por sí mismo la idea que tú le quieres inculcar.
Es decir, guiar la conversación para que llegue a la conclusión que tú ya tienes en mente. Cuando eso pase, será su idea (o eso pensará él) y la presentará con orgullo. Y tú, otra vez, habrás conseguido el resultado que buscabas, pero sin resistencias.
Al final, se trata simplemente de adoptar una mentalidad estratégica. Piensa que es solo ceder un peón para ganar la partida. Así que, si te ignoran pero tu idea prospera, no te frustres. Recuerda que, a veces, el mayor logro no es quién se lleva el aplauso inmediato, sino conseguir tu objetivo final.
Es más, si tu jefe triunfa con tu idea, ¿quién sabe? Quizá en el futuro te reconozca como la fuente de inspiración que realmente eres. 😉
Laotsé, un sabio chino, lo explicó con una metáfora simple: los ríos y los mares son más bajos que los torrentes de la montaña. Por eso, los torrentes los alimentan. Si quieres liderar y lograr cooperación, colócate “por debajo” de los demás, deja que ellos sientan que tienen el control.
Ojo, esto no significa que te conviertas en una alfombra. Es pura estrategia. Cuando los demás se sienten protagonistas, no solo aceptan tus ideas, sino que además las defienden con entusiasmo.
Nos vemos…
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