¡Hola y bienvenido una vez más! 😊
Seguimos en la tercera parte de “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, en la sección titulada Logre que los demás piensen como usted. Hoy volvemos a dar un pasito atrás y, desde la humildad, te diré que:
Regla 6: Permita que sea la otra persona quien hable más.
Y tú dirás: "Ya estamos otra vez jugando a ser los buenos de la película". Pero no, esto no va de ser buenos, va de ser mejores. Y no mejores que nadie (que también), sino mejores que ayer.
Y por eso hoy te voy a hablar de uno que lo fue durante mucho tiempo. Por aquel entonces, te hablo de febrero de 1993, Don Miguel Induráin ya había ganado dos Tours de Francia y era la máxima estrella del pelotón ciclista internacional.
En ese momento participaba en la Vuelta a Andalucía. Como preparación para su próximo Tour y en reconocimiento a uno de sus mejores escuderos, Julián Gorospe, decidió colaborar como uno más para ayudarle a alzarse con la victoria en la clasificación general.
Por ponerte en contexto, por si no lo seguías o no eras de la época, Induráin era tremendamente respetado en el pelotón, entre otras cosas porque se centraba en sus objetivos (la clasificación general) y dejaba margen a la gloria de los demás (las victorias de etapa).
Vamos, que mostraba siempre un enorme respeto por el esfuerzo de los demás.
De hecho, nunca ganó una etapa de montaña en el Tour con el maillot amarillo de líder puesto. Y a buen seguro que pudo haberlo hecho, pues llegó con el primero en muchas ocasiones. Pero, curiosamente, no las ganaba.
Algunos decían que se dejaba ganar, que regalaba las victorias. Miguel simplemente explicaba: “Ha sido más rápido que yo”.
Pero lo más sorprendente de aquella Vuelta a Andalucía no fue solo que ayudara a Gorospe a tener su momento de gloria, sino lo que hizo a falta de 10 kilómetros para llegar. Induráin se detuvo y, en un gesto incomprensible a priori, abandonó la carrera y se fue al hotel.
¿Por qué? Tal y como él mismo comentó: "Salí de la prueba porque si llego a entrar con Gorospe hubiera acaparado toda la atención, y no quería robarle protagonismo."
Puedes imaginar que Julián Gorospe se lo agradeció con mucha emoción. Es decir, lo que hizo esta estrella fue permanecer “callado” y dejar que su compañero hablara.
Mira, casi todos, al tratar de convencer a alguien, ya sea a un cliente en el trabajo o a tus hijos en casa, hablamos demasiado. Pero Carnegie nos recuerda algo importante: esa persona seguramente sabe más que tú sobre sus negocios y problemas. Así que, en lugar de monopolizar la conversación, permite que se explique y hazle preguntas.
Incluso si estás en desacuerdo y tentado a interrumpir, suele ser mejor no hacerlo. Como bien dice Carnegie, es peligroso, y además, la otra persona no te prestará atención mientras tenga sus propias ideas reclamando expresión.
Resumiendo, aquí tienes tres tips fáciles para esa conversación pendiente:
Escucha activamente: Presta atención genuina a lo que la otra persona dice, sin planear tu respuesta mientras habla.
Haz preguntas abiertas: Anima a la otra persona a profundizar en sus ideas y sentimientos.
Resiste la tentación de interrumpir: Incluso si no estás de acuerdo, permite que la otra persona termine su punto antes de responder.
Ya lo dijo La Rochefoucauld, filósofo francés:"Si quieres tener enemigos, supera a tus amigos; si quieres tener amigos, deja que tus amigos te superen."
Es decir, hay que saber cuándo toca ser el mejor y cuándo dejar que los demás lo sean. Induráin lo sabía. ¿Y tú?
Nos vemos pronto. 😉
PD1: Si te está gustando el libro, puedes comprarlo aquí: