¡Hola y bienvenido una vez más! 😊
Te ubico. Estamos en la tercera parte de “Cómo ganar amigos” en la sección titulada Logra que los demás piensen como tú y hoy toca mirarse el ombligo:
Regla 3: Si usted está equivocado, admítalo rápida y rotundamente.
Ya que todos nos equivocamos (sí, tú también) y además lo hacemos con bastante más frecuencia de la que nos gustaría (desgraciadamente), vamos a darle la vuelta a la tortilla e incluso a sacar provecho de ello. Y es que equivocarse no es lo ideal, pero no siempre el desenlace es negativo si uno sabe gestionar el error.
A Carnegie no le tiembla el pulso al decirlo, y yo lo reafirmo: cualquier tonto puede intentar defender sus errores, pero reconocerlos es más jodido y, precisamente por eso, puede marcar la diferencia.
¿Por qué? Primero, porque admitir los fallos puede calmar los ánimos. Se pierde mucha energía buscando culpables y poca en encontrar soluciones. Pero una vez encontrado el culpable, solo queda reconstruir y sumar.
Segundo, porque reconocer un error genera una oportunidad para que los demás te vean como alguien humilde, valiente y auténtico, cualidades que tienden a ganarse la simpatía general.
Y tercero, porque cuando reconoces tus fallos rápido, estás tomando el control. Si ya te has adelantado a las críticas, dejas al otro sin excusas para atacarte. Es lo que se llama "control de daños." Y para que lo veas más claro, te pongo un ejemplo.
Corría el año 1982, y en Johnson & Johnson la habían cagado con el Tylenol. Bueno, ellos directamente no, pero parece que alguien manipuló algunas partidas e introdujo cianuro. Pero por acción o por omisión, igualmente un desastre. Poquita broma aquí. Esto causó la muerte de varias personas que confiaban en su producto.
En un instante, el Tylenol pasó de ser uno de los analgésicos más populares de Estados Unidos a convertirse en el protagonista de una crisis sanitaria monumental. Como puedes imaginar, el riesgo de que toda la marca quedara desacreditada era más que real. Y la presión era extrema.
Cualquiera en esa situación podría haber optado por soluciones más “discretas”: minimizar el impacto, reducir la visibilidad de los casos o esperar que la polémica se calmara.
Pero Johnson & Johnson apostó por asumir. Reconocieron el error y actuaron con transparencia total, tomando una medida drástica. En un movimiento sin precedentes en aquella época (quizá común ahora, pero eran otros tiempos), ordenaron retirar todos los frascos de Tylenol en el país.
Sí, todos. 31 millones de envases, 1.550 millones de pastillas y un coste estimado de 100 millones de dólares. Además, devolvieron la pasta a “to quisqui”. Su mensaje fue claro: la seguridad de sus consumidores estaba por encima de cualquier otra consideración.
Y no solo eso. Publicaron anuncios explicando las medidas que estaban tomando y mostrando empatía hacia las víctimas y sus familias.
Pero no se quedaron ahí. Sabían que una simple retirada no bastaría para devolver la confianza del público. Así que rediseñaron el producto e implementaron los primeros envases a prueba de manipulaciones, innovando con un triple sello de seguridad que garantizara que el producto llegaría intacto a las manos de sus clientes.
La reacción de Johnson & Johnson no solo recuperó su lugar en el mercado, sino que los consolidó como líderes éticos y responsables en el sector. Tylenol no solo volvió a las estanterías, sino que lo hizo con el respaldo de millones de consumidores que agradecieron la sinceridad y la rapidez con las que actuaron.
Así, al asumir errores, una crisis fatal puede transformarse en una lección de transparencia y responsabilidad.
¿La lección para ti? Que si tienes razón, trates de atraer suavemente a los demás a tu manera de pensar. Pero si te equivocas, defiéndete menos y asume. Justificarte solo alarga el problema.
Dale Carnegie lo tenía claro: si estás equivocado, admítelo de inmediato. Esta reacción desarma a quien está a punto de criticarte. La sinceridad y la humildad hacen que los demás te vean con ojos distintos. En lugar de pensar que intentas “quedar bien,” sentirán respeto por tu franqueza.
Recuerda el proverbio que cierra este capítulo: “Peleando no se consigue jamás lo suficiente, pero cediendo se consigue más de lo que se espera.”
Nos vemos pronto…
PD1: Si te está gustando el libro, puedes comprarlo aquí: