¡Hola, tú 😊!
Sí, tú, el que busca destacar en este mundo saturado de ruido y mensajes repetitivamente aburridos. ¿Listo para romper con lo de siempre? Vamos a ver qué podemos hacer por ti. 😏
Mira, hay algo que con el tiempo he aprendido a valorar más y más: las formas. Y no, no me refiero a ese postureo superficial (aunque hoy vayamos a tratar un poco de eso). Hablo del cómo. El cómo hacemos las cosas, cómo reaccionamos, cómo afrontamos los desafíos.
Porque el qué nos pasa a veces es inevitable. Las cosas ocurren. Ya sabes, “shit happens”, como dicen los americanos. Pero el cómo siempre depende de ti.
Y si hay algo que admiro sobremanera es a las personas que mantienen el tipo cuando todo se tambalea, los que enfrentan la tormenta sin perder el rumbo. Pero oye, bajemos al plano de lo mundano, lo práctico, porque no siempre se trata de filosofar.
¿Sabías que, hoy más que nunca, tienes que dramatizar tus ideas para que sean escuchadas? No basta con tener razón. Si tu mensaje no impacta, se perderá en el ruido. Así que aquí, el cómo también es fundamental.
¿No me crees? Te cuento la historia de IKEA en Francia.
Sabemos que el francés no es cualquier mercado. Es el país productor del lujo, de los “Luisvis” y de Hermès. Donde presumen de que el queso brie y el vino blanco tienen estándares más altos que las mismas leyes de la República.
Vamos, que allí el diseño no es opcional; es religión. Para los franceses, IKEA, el mismo IKEA que ya triunfaba en medio mundo, no era algo especialmente apetecible. Minimalista, sí, pero ¿sofisticado? Meh. ¿Duradero? Tampoco.
¿Y qué hizo IKEA? ¿Puso un anuncio en la tele diciendo que sus muebles eran buenos? ¿Mandó folletos explicativos? ¡Ni de broma!
En lugar de aburrir con palabras, hicieron un show. Llevaron la acción al corazón de París, convirtiendo lugares emblemáticos en escenarios teatrales para sus muebles.
Instalaron sofás en el metro: cómodos, impecables, aguantando el trajín diario de miles de parisinos.
Recrearon salones al aire libre: plazas públicas transformadas en exposiciones vivientes, donde los transeúntes probaban y experimentaban la calidad por sí mismos.
Realizaron montajes exprés: demostraciones de muebles ensamblados a toda velocidad, mostrando que eran funcionales, bonitos y, sí, hechos para durar.
El mensaje no era: “nuestros muebles son buenos.” Era, te demuestro “(…) cómo encajan en tu vida real, aquí y ahora.”
Resultado: los prejuicios se desmoronaron más rápido que la última estantería que montaste. E IKEA pasó de ser el patito feo a una de las marcas más queridas de Francia.
La lección de Carnegie
Lo que IKEA hizo no es otra cosa que aplicar una de las reglas básicas de Dale Carnegie.
Piénsalo: las personas no se mueven por un montón de aburridos datos. Ni de broma. O al menos son minoría las que lo hacen. Necesitan emoción, algo que les haga sentir, imaginar, desear. Así que, si quieres que tus ideas brillen, tienes que darles vida.
¿Tienes un proyecto que merece la pena? Hazlo visual, hazlo memorable. ¿Tienes algo que contar? No lo hagas como si estuvieras leyendo una lista de la compra. Conviértelo en un espectáculo.
Eso no significa mentir o exagerar. Significa tomar tu verdad y presentarla de manera que nadie pueda ignorarla.
La fórmula maravillosa
En el cine y la televisión lo tienen claro: convierten hasta las historias más simples en espectáculos cautivadores. Y tú deberías hacer lo mismo.
Lo que no emociona, no se recuerda. Así que dramatiza. Dale vida. Porque, al final del día, la atención no se pide, se conquista.
Y esa es la nueva lección de “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas” para conseguir que los demás piensen como tú:
Regla 11: Dramatice sus ideas.
Recuerda: hoy en día, no hay nada más competido y disputado que la atención de la gente. No dejes que tu mensaje pase desapercibido. 🎬
Nos vemos en el próximo capítulo, ¿vale? 😉
PD1: De estas cosas te hablaba yo al principio:
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