¡Estamos de vuelta! Después del sofocón 🤣 del último post, seguimos con nuestra rutina en una nueva entrega de nuestra serie dedicada al libro “Cómo ganar amigos”.
Hoy te toca aprender la Regla No. 2 de las técnicas fundamentales para tratar a los demás:
Regla No.2: Demuestre aprecio honrado y sincero
Pero antes de ponernos serios y entrar en materia, tengo una historia para ti. Bueno, serios serios, tampoco. Pero como no podía ser de otra manera, tengo algo que contarte.
No sé si te suena el nombre de Xesco Espar. Puede que no te diga nada. O igual lo recuerdas por haber sido un exitoso entrenador del equipo de balonmano del FC Barcelona. Pero Xesco no era un entrenador cualquiera. No, ni de lejos.
Aunque empezó como preparador físico por formación (además de profe), no era de esos que se quedaban solo en el trabajo de gimnasio. O en las didácticas sesiones tácticas. Entendía que para ganar títulos, hacía falta trabajar también el lado “humano” y no solo la táctica, la técnica o el físico.
De hecho, hoy es una figura reconocida en temas de liderazgo, motivación y desarrollo personal. Si te mola el rollo del crecimiento personal, no pierdas la oportunidad de preguntar a “San Google” por alguna de sus charlas. Te lo digo, te harán pensar.
Pero volvamos al pasado, a cuando era solo “un entrenador”. Ya en ese entonces demostró que era alguien que sabía tratar a las personas como pocos. Creaba el ambiente perfecto para que sus jugadores sacaran lo mejor de sí mismos.
Y es que decía otro Sabio, el de Horaleza, que “el futbolista -ponga en este caso jugador de balonmano - es como un actor. Quiere salir, hacer tres goles y que la afición le aclame"
Y aquí es donde te cuento una de las jugadas maestras de Espar. Una que me llamó poderosamente la atención. Por diferente. Por interesante. Por ser simplemente, una ocurrencia brillante.
Después de cada partido, Xesco enviaba un SMS (sí, cuando los mensajes de texto eran lo más top) en el que analizaba el partido, transmitía sus sensaciones y mandaba ánimos y consignas para el próximo encuentro… pero no a sus jugadores, ni a la directiva. Ni siquiera a la prensa. Sino directamente a los seguidores.
No a todos, solo a algunos. Pero no te pongas tiquismiquis, esos elegidos se encargaban de que el mensaje llegara a otros seguidores.
Y tú pensarás: “¡menuda chorrada!”. Pero piénsalo bien: ¿qué conseguía con eso? “Simplemente” que los aficionados se sintieran parte del equipo, que se sintieran una pieza más del engranaje. Y cuando la gente se siente valorada, se involucra más. Se siente motivada… y te puedes imaginar lo que “empujaban”.
Simple. A la par que brillante.
Pues esto es justo lo que D. Carnegie nos enseña en este capítulo. Uno de los deseos más profundos del ser humano es el anhelo de sentirse importante. De sentirse apreciado. De ser útil.
No es ninguna tontería. Dale una vuelta. A todos nos gusta que nos valoren. Y a ti también. Aunque vayas de duro por la vida.
Ya me dirás tú si no, a qué viene tener tu casa llena de medallas de carreras populares en las que llegaste en el puesto 1492. O por qué guardas esa placa de "mejor compañero" de un trabajo de hace siglos. O simplemente, por qué te llenaba de satisfacción que tus padres sacaran pecho por tus notas de niño (bueno, eso igual no te tocó 🤣).
¡Ojo! No te juzgo, que a todos nos gusta sentirnos importantes. Así somos.
Y es que hay muchas formas diferentes de satisfacer ese anhelo de importancia. Ya seas Rockefeller acumulando pasta o Teresa de Calcuta repartiendo amor. Carnegie nos dice que la forma en que buscamos ese reconocimiento, es lo que nos define como personas.
Y esto es mucho decir, especialmente en una época donde lo más fácil es perder las formas (o ni siquiera tenerlas). Pero de políticos mejor no hablamos 🤣, que eso da para muchos enfados y aquí estamos para lo contrario…
Volviendo al tema, una de las virtudes más olvidadas es eso de mostrar aprecio a los demás. Porque quejarte cuando algo no te gusta, bien que lo haces. Sí tú. Y también yo. Pero ¿qué haces cuando algo te agrada? Exacto, te quedas calladito. Error.
Fundamental entender que el personal lo que necesita es sentirse valorado. Y según Carnegie, una de las formas más poderosas de hacer sentir bien a los demás es mostrar aprecio sincero. Y no me malinterpretes, no te estoy diciendo que te conviertas en el pelota de la oficina o en el coleguita de buen rollito de tus hijos.
Pero un "buen trabajo", sincero, puede tener un impacto positivo que ni te imaginas.
Hablemos de otro crack, ya que estamos con los entrenadores: D. Luis Aragonés Suárez. Sí, el que cambió la historia reciente del fútbol español en 2008. Otro que iba más allá de sus tácticas. Otro al que era especial por su forma de gestionar el vestuario.
Antes de cada partido importante, Luis se dirigía a sus jugadores con una pasión y un respeto que hacía que cada uno de ellos se sintiera especial. Vamos, que sabía cómo tocarles la fibra. Y les hacía sentir que eran los mejores. Y claro, así salían al campo. A comerse el mundo.
No es casualidad que la España de Luis rompiera maldiciones y se llevara la Eurocopa. Porque un equipo motivado, en el que todos se sienten importantes, juega diferente. Juega para ganar.
Y ahora que estás con la sonrisita en la boca recordando aquello, viene la parte incómoda: ¿Cuándo narices fue la última vez que le dijiste a alguien que está haciendo un buen trabajo? A tu hijo, a tu pareja, a un compañero de trabajo. Es fácil olvidarlo, ¿verdad?. O simplemente, es que ha pasado tanto tiempo que ni te viene a la mente.
Que mira, igual no eres un entrenador de fútbol. Y que puede que a ti eso de las charlitas motivacionales te traiga sin cuidado. Pero cada día tienes mil oportunidades de hacer sentir a los demás que importan. Y lo puedes hacer de mil maneras diferentes.
Porque si quieres que alguien siga esforzándose y dando lo mejor, igual lo mejor que puedes hacer es reconocer su esfuerzo.
Así que aquí tienes el reto de hoy: demuestra aprecio sincero, y hazlo ya. No mañana, ni la semana que viene. Hoy. Porque como dice Xesco Espar en sus charlas “un día es la vida en miniatura”.
Y todo esto no te lo digo por ellos. Que también. Pero lo haces por ti. Porque son tus relaciones personales las que se fortalecen con esa actitud. Y cuanto más fuertes sean, más fácil será todo lo demás.
No olvides esta lección porque si quieres que alguien haga algo, la mejor manera de conseguirlo, es que quiera hacerlo. Salvo que sea bajo amenaza o coacción, pero de Pablo Escobar ya os hablé en un post anterior 😉.
Nos vemos en la próxima.
PD1: Bonus track 1, charla de Xesco Espar para enmarcar:
PD2: Bonus track 2, el bueno de Luis Aragonés en estado puro: